miércoles, 29 de septiembre de 2010


I
El Sol envuelto
por tus senos
firmes y erizados
II
Tu pubis ocre
mojado y dulce.
Reflejo otoñal
III
Fresas en tus palabras
Miel en tus muslos
Lujuria en mis sueños

lunes, 20 de septiembre de 2010

Sintió mi presencia sin oler mi cuerpo, lamió mis manos sin disfrutar de mis dedos, y lamió mi sexo duro sin saber cómo la penetraría… Se sentó en el sillón con su melena rubia posada sobre sus hombros, sus pechos duritos y firmes y sus piernas abiertas, dejando que su tanguita negro, lo único que llevaba puesto, dejara marcado su pubis suave y dulce.
Cerró los ojos mientras imaginaba que mis manos despacio pero seguras recorrían sus senos, que se ponían duritos… sensibles y con ganas de sentir la humedad de mis labios carnosos… Chupó sus dedos antes de recorrer sus pezones, con los que jugó sin piedad. Los sentía duros, los apretó y retorció de placer, sintiendo que era yo el que la poseía… Sus ojos cerrados permitían que su mente se perdiera en un instante de placer. Mientras seguía sintiendo sus pechos mojados, abría más sus blancos muslos que olían a sexo. Quería imaginar que mis labios carnosos bajan por su tronco hacia su ombligo para que mi lengua la lamiera, recorriendo su cintura y buscando la manera de quitarle el tanguita y dejar su sexo libre para ser saboreado. Mientras imaginaba y sus jadeos recorrían la habitación, dejó caer si tanguita negro al suelo, donde permaneció mientras el sudor se empapaba en su melena rubia y bien peinada… Sin perder el placer de su sonrisa quiso imaginar mi sexo duro, ancho y perverso penetrando su cuerpo.
Levanto los muslos para que sus manos rozaran sin piedad su coñito. Abrió su sexo imaginando que era yo el que la disfrutaba, el que la estaba saboreando mientras no dejaba de exprimir su placer. Se penetró, sintió mi sexo duro… Sus dedos entraron en su vagina despacio, rozando su placer y dejando su clítoris mojado… Se movía como si estuviera cabalgando sobre mí. Movió sus caderas con ritmo a orgasmo… despacio hasta en siete ocasiones, aumentando el ritmo a la vez que movía sus dedos dentro de ella… Sólo un ‘sí, sigue’ sin remediar mi ausencia… Pero se sentía libre, con la melena rubia y sus ojos cerrados… frente al escritorio, con sus piernas abiertas y de puntillas mientras imaginaba mi calor… Sintió su mano mojada, sus dedos endulzados, y no pudo más… explotó imaginando que sus pechos eran lamidos por mí, sí, saboreados… La chica rubia, sensual… se convirtió en carne pecadora frente a su escritorio y pantalla de ordenador… mientras, él, al otro lado del mundo, saboreó su masturbación y compartió gemidos, a la espera de que el destino les deje cabalgar juntos.

jueves, 16 de septiembre de 2010

UN INSTANTE

Aún le quedaban marcas de un verano caluroso en el que su cuerpo disfrutó de los rayos del sol. Esta preciosa, hermosa, delicada y con su piel tierna e hidratada. Los rastros de los bikinis que durante días de calor protegían las partes más sensibles de su cuerpo la hacían más atractiva… más deseada por mis manos, por mis ojos, por mis labios, por mis dedos y por mi lengua, que sólo quería entrar en su calor.
Todavía mojada, recién salida de la ducha… me esperó de espaldas a los pies de la cama. Me acerqué a ella con deseos incontrolados y posé mis manos en sus hombros mientras inclinaba mi perfil para colar mis labios en su cuello. Le regalé miles de besos suaves y despacio… mientras mis manos bajaban hacia su cintura y sus pechos se ponían nerviosos a la espera del calor húmedo de mi boca… suspiró al sentir mi lengua rozando sus pezones oscuros… Sus pechos estaban sabrosos… los lamí, los besé y metí sus pezones en mi boca mientras mis manos se perdían entre sus muslos.

Yo, desnudo, apreté mi cuerpo contra el suyo… sintiendo mi sexo en su culo… que se abría despacio para sentir lo duro que estaba mi deseo. Quería sentirla gemir, cómo se corría sin necesidad de ser penetrada… Mis labios perdidos en sus pechos… y mis manos suaves contra su pubis peludo pero cuidado… mis dedos abrían su sexo con calor y ganas de saborearla. Su clítoris… mojado y recio… quería más… mis dedos lo rozaban… el clítoris excitado y sus labios vaginales mojados, dulces… tiernos, mientras mis dedos entraban en su coñito… que cada vez estaba más mojado… Su pasión se perdió entre mis manos… se encogió y gimió con dulzura…Levantó su mirada… me buscó, pero… la ausencia fue superior al pecado.
Siempre la llevaré en mi retina… y su olor impregnará mis deseos eternamente…

jueves, 9 de septiembre de 2010

TÉ HELADO CON LIMÓN


Sucedió un día cualquiera del mes de julio… Me encontraba tomando un café con hielo y habían pasado las cinco y media de la tarde. Andaba enredado en mis cosas, cuando mis pupilas se dilataron al descubrirla.



Rompió la armonía con un una voz firme y sensual. Pidió un té con limón bien helado y se sentó ante la barra, con delicadeza, dejando el bolso apoyado en un taburete y rozando con sus manos delicadas su flequillo, que retiró utilizando las gafas de sol a modo de diadema.


Presentaba belleza mezclada con excitación. Ojos marrones, pelo rubio por encima de los hombros, tez blanca, labios perfilados, camisa blanca que dejaba adivinar un escote sensual y una falda negra de lino que marcaba la frialdad de sus muslos. Piernas hidratadas y tersas que terminaban en unos tacones espectaculares de color negro que servían para resaltar la firmeza de su trasero.


No dudó en desafiarme con su mirada. Descubrió mi fascinación y retó mi mirada con excitación. Duró quince segundos la tentación para pasar a convertirse en sexo.
Quince segundos de mirada, cinco minutos de presentación y explicación de la tarde tan aburrida… para terminar en la habitación 215 del Hotel Inglaterra.

Entramos a empujones en la estancia, divisé la cama como pude, la aparté de mi cuerpo tembloroso y la miré con perspectiva mientras esperaba apoyada en la pared. Le desabroché la camisa mientras mis labios húmedos y deseosos de pasión recorrían su cuello y nuca… Estaba ardiente y se dejaba hacer, sentía cómo sus manos rozaban mi espalda. Su boca sin saciar pedía mi lengua y sus labios se mordisqueaban mientras mis manos terminaban de lanzar la camisa blanca al suelo.
Sin sujetador, sus senos firmes… no muy grandes pedían ser lamidos… paseé mis labios por su escote, rozando cada una de sus pecas para besar despacio sus pechos, mientras sus manos abiertas se clavaban en mi culo. Intentaba desabrochar mi pantalones vaqueros pero con torpeza, más centrada en sus pezones, que se comenzaban a poner duros, tersos, firmes y mojados, regalé miles de besos a sus tetas para saborear sus pezones que se iban poniendo duros dentro de mi boca, rozando mi lengua con su belleza.

Caímos en la cama con pasión y deseos locos y calientes que se desataron cuando su falda terminó en la moqueta de la habitación. Sus braguitas, con encajes negros, se deslizaron entre mis manos mientras mi boca se perdía en su ombligo antes de descubrir la belleza suave de su pubis. Su sexo depilado, perfumado y delicado hizo que mis labios carnosos se mojasen con su sabor. Abrí sus muslos para saborearla, para besarla, para jugar con su clítoris y para que mi lengua penetrara en su sexo mojado.

Fabuloso jugo se sexo y excitación que nubló mi vista cuando ella no dudó en pedirme sentir mi sexo dentro de su boca. Quiso sentirlo duro, terso, entero para ella. Lo mimó, lamió y besó… preparándolo para que luego ser penetrada… Me lo pidió muchas veces… la obedecí… la sentí correrse y me sintió dentro de ella…

Cabalgó sobre mi cuerpo…a la espera de ponerse a cuatro patas y sentir mis manos agarrando su pelo rubio y desenfadado… la embestí con fuerza y con deseo, hasta que el sudor se apoderó de las sábanas blancas.

Eran las diez menos cuarto de la noche cuando abandoné la habitación para siempre. Ella dormía sobre sábanas teñidas de lujuria. Antes de salir, me miró, y con voz suave se despidió hasta el próximo té helado con limón.